Astronomy, symbolism and landscape in Egyptian pyramids

Astronomía, simbolismo y paisaje en las pirámides de Egipto antiguo

 

La Esfinge de Guiza y su presunta relación con las dos pirámides principales (la de Micerinos queda en un segundo plano). Esta imagen podría ser un reflejo del proceso de solarización del rey durante el reinado de Keops (h. 2550 a.C.), tal vez expresado en el nombre propio de Akhet Khufu, el “Horizonte de Keops”, relacionado con su pirámide o, quizás incluso mejor, con el complejo al completo. Más tarde esta imagen, en combinación con un fenómeno asociado al solsticio de verano, podría haber inspirado la identificación de la Esfinge con el dios Hor-em-akhet, “Horus en el horizonte” (© M. Sanz de Lara)

 

La información obtenida en el estudio de las constelaciones se ha usado, junto a fuentes mitológicas e históricas y a datos arqueológicos, para proponer una idea razonable sobre cómo se podrían haber orientado de forma precisa, según la línea meridiana, las pirámides del Reino Antiguo (Belmonte, 2001). La hipótesis propuesta sugiere que la observación del transito simultáneo por el meridiano de las estrellas Megrez y Phecda, pertenecientes a la constelación "imperecedera" de la Pierna de Toro (El Carro), podría haber sido usada con este fin. Además, se ha propuesto (Belmonte, Shaltout y Fekri en Belmonte y Shaltout, 2009; Belmonte, 2012) que una brillante combinación de astronomía y paisaje se dio en los complejos de las pirámides del Reino Antiguo. De acuerdo con esta hipótesis, la ubicación y la orientación de varios monumentos se eligieron deliberadamente para cumplir, de forma simultánea, un patrón general de alineamientos astronómicos y topográficos. El vértice geográfico de esta red habría sido la ciudad de Heliópolis (véase la figura correspondiente). Una vez más se subraya la importancia de fechas claves del ciclo solar y del calendario civil en este contexto. A este respecto, especialmente dramática, aunque se ha de reconocer que basada en pruebas circunstanciales, es la hipótesis propuesta según la cual la ordenación general de la mayoría del complejo de Guiza, incluyendo la Esfinge y las dos pirámides mayores, sería un diseño original del reinado de Keops (es decir, Akhet Khufu concebido como un único plan gigantesco, ver figura). De acuerdo a este diseño, podríamos fechar astronómicamente el comienzo del reinado de Khufu en torno al año 2550 a.C., con un margen de error de unos nueve años.

 

 

Astronomía y paisaje en los campos de pirámides del Reino Antiguo en el área de El Cairo. Se muestran algunos alineamientos astronómicos y topográficos sugerentes que se discuten en el texto. De acuerdo con el análisis consiguiente, la ubicación de las pirámides de Abu Roash, Guiza y Abusir, y de los templos solares en Abu Ghurob, al norte de éstas últimas, bien pudo haberse elegido deliberadamente. El gráfico enfatiza la importancia de Heliópolis, la ciudad del dios Sol (© Juan A. Belmonte, 2012)

 

Orientación de las Pirámides. Alineación astronómica inicial de la pirámide de adscrita a Kefren hacia el tránsito meridiano de dos de las estrellas (Megrez y Phecda) de la constelación Meskhetyu (La Pierna de Toro), equivalente a nuestro Carro, en torno al 2545 a.C. Según se ha descubierto, la mayoría de las pirámides de la IV Dinastía podrían haberse orientado de forma precisa, según un eje Norte-Sur, mediante este procedimiento (© SMM-IAC)

 

 

  

 Esquema donde se nos muestran las relaciones topográficas y astronómicas entre los diferentes monumentos erigidos en la meseta de Guiza, en particular la Esfinge y las pirámides, y ciertos elementos del cielo y de la geografía cercana. La relación con Letópolis y Heliópolis ya fue propuesta por Goyon en los años cincuenta del siglo XX. Sin embargo, en este diagrama, se relaciona además la orientación al norte original de las pirámides, basada en observaciones de Meskhetyu, con el nombre similar de la provincia que tenía a Letopolis como capital, la Pierna de Toro. También se destaca las conexiones astronómicas de la Esfinge con el amanecer del equinoccio y el atardecer del solsticio de verano y, por último, se hace hincapié en la alineación de la calzada de Khufu a la época de Upet Renpet durante su reinado. (© Juan A. Belmonte, 2012)

 

Astronomía, arquitectura y simbolismo en la necrópolis egipcia de Dahshur

El investigador del IAC Juan Antonio Belmonte cuestiona en un artículo la teoría de la evolución de las pirámides

Durante generaciones de egiptólogos, se ha postulado como un hecho cierto, casi como un dogma, que durante el reinado de Sneferu (hacia 2575 a.C.), padre de Keops, constructor de la Gran Pirámide, se produjo un proceso evolutivo de ensayo y error en la construcción de pirámides. La llamada “Pirámide Acodada” en Dahshur sería un magnífico ejemplo, que finalmente condujo a la primera pirámide perfecta, la llamada “Pirámide Roja”, construida en el mismo lugar por el propio rey en fechas posteriores.

Sin embargo, en un trabajo recién publicado en el Journal for the History of Astronomy, 46 (2015), 173-205, revista de referencia en el campo, los investigadores Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y Giulio Magli, de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán (Italia), ambos con años de experiencia en el campo en Egipto, postulan que la pareja de pirámides de Sneferu en Dahshur formarían en realidad un único proyecto arquitectónico concebido como tal desde su inicio.

En este artículo se indica que las pruebas arqueológicas del escenario tradicional distan de ser obvias y que, por el contrario, una serie de indicios arquitectónicos, topográficos, epigráficos y astronómicos apuntan en dirección contraria: a un proyecto unificado, probablemente concebido desde el principio como tal, que incluiría a las dos pirámides y a sus edificios anexos. A partir de esta idea, se pueden inferir conclusiones similares para otras tumbas reales de la IV Dinastía, en particular en Guiza. Bajo estos supuestos, las pirámides de la IV Dinastía en su conjunto parecieran formar un paisaje conceptual y sagrado relacionado no solo con el poder del faraón en vida, sino también con su divinización tras la muerte. Estas ideas fueron ya propuestas durante el V Congreso Ibérico de Egiptología celebrado en el Campus de Cuenca de la Universidad de Castilla la Mancha en marzo pasado, y serán defendidas durante la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (IAU) en Honolulu en el próximo mes de agosto en el marco de un Encuentro sobre Astronomía y Patrimonio de la Humanidad.

Contexto astronómico

El trabajo hace hincapié en la relación entre astronomía y paisaje y sobre el papel que podría desempeñar la observación del cielo no sólo en la orientación de las pirámides de la Dinastía IV, sino también en la elección de su ubicación, produciéndose una sinergia entre ambas realidades. Esta fenomenología se relaciona íntimamente con otros aspectos de la civilización faraónica como el calendario, el carteado celeste y los aspectos astrales de la religión tal como quedarían luego plasmados en los Textos de las Pirámides a partir de la Dinastía V.

En el estudio se ha llevado a cabo un análisis detallado de la información disponible tanto desde el punto de vista cronológico y epigráfico, con una nueva lectura de la Piedra de Palermo (los anales de los primeros reyes de Egipto), como desde el simbólico y el astronómico, con un nuevo análisis de los Textos de las Pirámides. En este trabajo se han aportado nuevas ideas. “Entre ellas figura –señala Juan Antonio Belmonte- una explicación razonable y pionera del porqué de la pendiente anómala de 43º 23’ de la Pirámide Roja, que es absolutamente excepcional, y para la que hasta la fecha no existía ninguna explicación sencilla. Ésta podría explicarse en un contexto astronómico que tuviese en cuenta la evolución temporal del calendario del Egipto antiguo.”

De acuerdo con la hipótesis defendida, las Pirámides Roja y Acodada han de verse como la representación simbólica de las coronas roja y blanca, del Bajo y el Alto Egipto, respectivamente, que aparecerían mencionadas como tales en la Piedra de Palermo. De esta forma, se las podría interpretar como reflejo en piedra de fenómenos celestes pertinentes, de matices respectivos rojizos o blanquecinos, como la aurora boreal o la luz zodiacal.

Estudio multidisciplinar

El leitmotiv de la tesis planteada por Belmonte y Magli ha sido la investigación independiente sobre el tema realizada por ambos investigadores a partir de diferentes enfoques (simbolismo frente a diseño arquitectónico), pero con un interés común en el papel de la astronomía cultural. Gracias a este acercamiento multidisciplinar se ha sido capaz de llegar a una conclusión idéntica: que “el par de gigantescas pirámides erigidas en Dahshur –explica Magli- fueron terminadas, e incluso quizás concebidas, como un proyecto único” donde, aparte del fuerte aspecto simbólico y la obligación de cumplir con las necesidades del soberano en la otra vida, el Rey Sneferu fuese capaz de mostrar su dominio absoluto del territorio mediante la simple contemplación de sus fascinantes monumentos que alterarían para siempre el paisaje justo en la frontera entre las dos regiones históricas del país.

“Las dos pirámides, la Acodada y la Roja, serían pues –concluye Belmonte- la manifestación del poder del soberano como Rey Dual del Alto y Bajo Egipto por imitación simbólica (color, ubicación, tal vez también en la forma de los propios monumentos, trapezoidal y achatada, respectivamente) de las coronas blanca y roja respectivamente. Las pendientes de las pirámides (intercambiables, pues aparecen en ambas) habrían sido definidas con un peculiar simbolismo astronómico (solsticio de verano y festival del año nuevo) que podría estar relacionado con la invención y el desarrollo posterior del calendario civil egipcio. También se incluirían alineaciones astronómicas, pues las dos pirámides de Dahshur están casi perfectamente orientadas hacia el norte y sus corredores de acceso fueron construidos con una pendiente tal que ésta facilitaría la ascensión del rey a los cielos del norte, dominio de las “estrellas imperecederas”, uno de los destinos favoritos del alma del rey difunto según los Textos de las Pirámides.”

Además, las pirámides podrían estar asociadas a fenómenos celestes concomitantes con posibles manifestaciones del poder del rey tras su muerte. En particular, la luz zodiacal, Venus (o ambos) para el caso de la corona blanca y la aurora boreal o la luz del amanecer para el de la corona roja, por lo que las pirámides bien pudieran ser consideradas como luz petrificada. Este singular simbolismo astronómico se pondría por escrito doscientos años más tarde durante las Dinastías V y VI en los ya citados Textos de las Pirámides.

Sneferu posiblemente murió en su trigésimo primer año de reinado dejando inconclusa parte de las estructuras asociadas la Pirámide Roja, en particular su templo funerario que probablemente fue acabado de forma rápida por su hijo mayor, y sucesor, Khnum Khufu (conocido por la forma griega de su nombre, Keops) quien, para no ser menos, también trataría de desarrollar su propio paisaje cósmico particular.

El conjunto de ideas expresadas confirmaría por tanto la hipótesis de que las dos grandes pirámides de Sneferu en Dahshur fueron concebidas como un proyecto unitario donde la astronomía se mezclaba con la arquitectura para plasmar en piedra a escala gigantesca una realidad tangible cargada de simbolismo. Esto podría apoyar la idea de que las dos grandes pirámides de Guiza también habrían formado parte en origen de un proyecto unitario singular a escala aun mayor desarrollado dos décadas más tarde (hacia 2550 a.C.) durante el reinado del hijo de Sneferu, Keops, con el nombre del Horizonte de Khufu.  

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