
La acción de mirar al cielo es tan antigua como la humanidad. Hace varios millones de años, nuestros ancestros más lejanos ya observaban el firmamento con el mismo entusiasmo con el que astrofísicos y aficionados de todo el mundo ponen hoy el ojo en el telescopio. Algunas cosas no han cambiado: seguimos intentando responder cuestiones inherentes a la razón. Preguntas cada vez más complejas que impulsan el conocimiento astronómico y lo hacen crecer, como el Universo, a un ritmo acelerado. ¿De dónde venimos? ¿Estamos solos? ¿Hay vida después de la muerte? Estas y otras cuestiones han recorrido