Discurso del Director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) - Premios Canarias 2007.

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FRATERNIDAD PLANETARIA

Prof. Francisco Sánchez, Director del IAC ( en los Premios Canarias 2007)

Excmo. Sr. Presidente del Gobierno de Canarias, Excmo. Señor Presidente de la Republica de Cabo Verde.

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades. Señoras y señores.  

Astronautas todos de la nave espacial llamada Tierra

En primer lugar deseo manifestar mi agradecimiento personal a las instituciones y organizaciones que hoy reciben, junto con el Instituto de Astrofísica de Canarias  el Premio Canarias,  por haberme asignado el honor y la responsabilidad de hablar en nombre de todos ellos en este acto.

En segundo lugar agradecer, también públicamente, a mis colegas y amigos del IAC, el permitirme representarles en esta ceremonia de entrega de los Premios Canarias.

No voy a dedicar mis palabras al relato de los abundantes méritos que las instituciones y organizaciones galardonadas tienen. Ya en el lugar  adecuado de este acto se ha hecho (por otra parte, son méritos bastante conocidos de todos). Me ha parecido más conveniente dedicar el poco tiempo disponible, a reflexionar sobre la esencia que subyace en los  mensajes que los jurados han dado con los porqués en los que sustentan sus juicios.

Pero lo primero, primero (naturalmente) es expresar nuestro agradecimiento: ¡Gracias, muchísimas gracias! a las señoras y señores de los jurados y al Gobierno de Canarias por habernos honrado y reconocido con los Premios Canarias. Gracias, en nombre de cuantos han trabajado y siguen trabajando en las organizaciones galardonadas, y que son, en definitiva, los artífices y los destinatarios de estos preciados trofeos.

A continuación resumo los mensajes de los jurados, después de haberlos entrelazado y generalizado, los cuales considero un ideario de gran relevancia para el futuro de Canarias

Estos son:

·      acercar a todos los canarios  de las siete islas (tender los necesarios puentes sobre el mar que nos separa)

·      mantenernos verazmente informados sobre la realidad de cada rincón del Archipiélago para que nos conozcamos mejor.

·      difundir la cultura ,que lleva incluida la ciencia y la tecnología ( hoy día no puede considerarse culto quien carezca de un mínimo de estos conocimientos, y ningún pueblo debe olvidar, si quiere tener un puesto adecuado en el mundo actual, que el futuro nos llega cargado de esta cultura científico-tecnológica)

·      informar de la realidad de Canarias en los ámbitos insular, nacional e internacional

·      participar mediante la colaboración internacional en el progreso de la humanidad. Usando para ello aquellas de nuestras singularidades mas competitivas, que deben ser, además, los motores que empujen nuestro desarrollo.

·      fomentar la fraternidad entre los pueblos (lo que supone educar en la solidaridad global)

·      tender vínculos de tolerancia entre Canarias y los países de todo el mundo

·      sensibilizar a los habitantes de Canarias sobre la situación de los pueblos africanos con problemas. Y contribuir a paliar sus necesidades básicas y dramas humanos

Desde luego, que si fuésemos capaces de asumir colectivamente estos compromisos y hacerlos operativos, Canarias se convertiría en un referente para el convulso mundo actual. Quienes van a asumir en breve las tareas de gobierno en nuestra Comunidad Autónoma deberían reflexionar sobre estas ideas directoras.

Se habrán dado cuenta de que las actividades de las organizaciones premiadas tienen en común la internacionalidad y que su quehacer está destintado a otros: trabajan para personas distintas a ellos. Su labor está dirigida a  ciudadanos del mundo. Fíjense: los trabajadores de Radio Televisión Española en Canarias preparan y difunden la información para sus radioescuchas y telespectadores que están esparcidos por el mundo; las personas de la Asociación Canaria de Solidaridad con el Pueblo Saharaui , centran sus labores humanitarias en las gentes de ese entrañable rincón de África ; y el personal del Instituto de Astrofísica de Canarias (el IAC) tiene como “clientes” a los hombres y mujeres del mundo entero , pues en nombre de ellos y para ellos investigamos , y vamos ensanchando el conocimiento del inmenso y misterioso universo al que todos pertenecemos.

Los humanos somos una especie eminentemente social: necesitamos a los otros para vivir y ser. El laborar para otros es, aunque a veces nos pase desapercibido, una de las cosas más esencialmente humanas. Digo todo esto para subrayar que los galardonados (las mujeres y hombres que trabajamos en RTVE-Canarias, Asociación Canaria de Solidaridad con el Pueblo Saharaui y el IAC) tenemos esa suerte y ese privilegio de trabajar para otros. Y, además, hemos sido premiados hoy por ello.

¿Se puede pedir más?  Pues sí. Creo que siempre se puede pedir más y, con frecuencia, hasta se debe pedir más.

Tranquilo, Señor Presidente, tranquilos quienes son depositarios de los grandes medios económicos públicos y privados. Esta tarde y aquí, no voy a pedir más recursos, ni a quejarme de las cosas que no hemos podido hacer por falta de ellos, cada una de las organizaciones a las que represento en esta ocasión. No es el momento ni el lugar. Tampoco soy partidario de los lloros. Pero sí creo que debo pedir, en nombre de  quienes me han elegido para hablar, que reflexionemos juntos sobre alguno de nuestros problemas más inquietantes.

Sólo voy a centrarme en dos de ellos, de palpitante actualidad y de grandísima repercusión. Uno es el cambio climático que se nos viene encima, con sus fuertes y amenazantes alteraciones, y el otro, que tenemos ya en marcha imparable (y bien evidente para los canarios), es el de las migraciones generalizadas, con sus dramáticas secuelas e impredecibles resultados. Como consecuencia de estos revulsivos, en unos pocos años, nuestro mundo no se va a parecer en nada al actual.

Creo que a nadie le queda duda, por otra parte, de que la globalización es algo más que el denostado mercado global. Hay muchas evidencias de que lo que sucede en nuestras antípodas nos repercute, y que lo que pasa aquí termina llegando allá. Esa es la realidad de la globalidad: la interdependencia entre los sucesos de nuestro planeta.

Igual de claro resulta que no se están abordando estos gravísimos problemas con visión planetaria y realismo solidario. Desde luego las organizaciones que, teóricamente  representan a todas las naciones y los pueblos, con sus equilibrios de poder y componendas entre los más poderosos, tanto países como compañías  multinacionales, sólo hacen poner paños calientes.

Desde luego que resolver estas dos grandes amenazas, para colmo ligadas entre sí, no es en absoluto fácil. Pero como muchas veces la forma de resolver un problema insoluble es mirar el enunciado desde otra perspectiva y hacer un cambio de escala, cabe abordar la cuestión mirándola desde fuera y globalmente, con visón astronómica, podríamos decir (los astrofísicos así solemos acercarnos a desentrañar las incógnitas que guardan las lejanas estrellas y galaxias).

Les aviso que, obviamente, no traigo soluciones (no soy tan fatuo como para, ni siquiera, pretenderlo). Solamente me es posible describir el panorama desde otro ángulo, desde una perspectiva no habitual, con la esperanza de que, entre todos, podamos llegar a encontrar alguna vía de solución, en algún momento. 

La especie humana (autonombrada con petulancia por ella misma sapiens-sapiens, o sea: sabios al cuadrado) ha tenido un evidente éxito evolutivo, extendiéndose  y depredando por todos lados, hasta convertirse en  una plaga para el Planeta Tierra. En estas condiciones, los recursos del planetilla que habitamos resultan escasos, amén de que su producción y reparto son totalmente disparatados.

Creo muy importante, para avanzar con éxito en la solución de los grandes problemas, ser muy realistas. Y lo primero que nos hará poner los pies en el suelo, es ser conscientes de la finitud y limitada inteligencia del autoproclamado “rey de la creación”, que aún no sabe casi nada de nada (por más que los tontos crean lo contrario). Por no saber, no sabe, ni siquiera, cómo es en realidad él mismo, y cómo es su casa (la Tierra que habita), ni sabe qué hacer para que su casa no le explote en las manos.

Permítanme una imagen muy gráfica de la situación a modo de película de ciencia-ficción: imaginemos una nave espacial surcando el espacio sideral (la Tierra, nuestra Tierra), a la que llega una panda de astronautas invasores (los humanos, que hace nada andábamos por las ramas de los árboles). ¡Y esos recién llegados a la nave, que no han  construido ellos y no saben manejar, empiezan a hurgar en sus delicados sistemas de mando y control! Pero además, se dispersan en manadas depredadoras que suelen estar encabezadas por los más violentos, tontos y petulantes. Ustedes mismos pueden continuar la película, basta con describir el panorama que tenemos delante de nuestros ojos.

Para ponerle un toque de optimismo, debemos añadir que cada vez más  de entre ellos, se empiezan a dar cuenta de que esta situación es insostenible, y que no se ha resuelto nada nuca a base de ideologías enfrentadas, esoterismos, fanatismos y demás “ismos”. Que hace falta pragmatismo, mucho pragmatismo y honradez, apoyados en la visión realista (y por lo tanto humilde)  que la Ciencia nos va dando de nosotros mismos y de todo nuestro entorno (el cual se extiende  hasta las estrellas).

Pero, sigamos con el símil espacial. Nuestra nave es frágil, su coraza protectora es débil, sus recursos son limitados y nosotros (los astronautas invasores) somos como somos (ángeles y demonios al mismo tiempo). Hasta los más cegatos pueden  comprender que todos somos marineros del mismo barco y que este barco no tiene botes salvavidas (pese a los avances en la carrera espacial). No hay posibilidad de escape para nadie (o nos salvamos todos o nos hundimos todos juntos). Y no hay disponible otra “Arca de Noe”, nadie está a salvo de nada y, desde luego, menos nuestros hijos y nietos. Este es otro aspecto de la globalidad.

Bien sabemos que los humanos somos miedosos y egoístas, y además cegatos, por lo que  necesitamos “ver la orejas al lobo” para tomar conciencia del peligro y reaccionar. Pues ya tenemos las orejas del lobo junto a nuestras narices, con el cambio climático y las migraciones generalizadas. Y es un lobo al que no se le calma ya echándole un poco de carnaza compuesta de débiles e indefensos, ahora este lobo viene a por todos.

¿Estoy tratando de meter miedo? Pues sí. Pero un miedo bien justificado sobre bases reales. Y porque sólo el miedo, me temo, podrá romper nuestra estúpida coraza de egoísmos, y hará que nos pongamos a trabajar juntos para salvar nuestro mundo. Si no vemos el peligro cierto y cercano como para que se disparen nuestros mecanismos de autoprotección: ¿cuantos van  a entender, con obras, que en la solidaridad planetaria y en el amor está nuestra única salvación? ¡El amor, esa palabra tan traída, llevada y maltratada, que representa, sin embargo, nuestra espiritualidad subyacente y la ternura profunda que nos empuja hacia el otro y nos hace sentirle como  nosotros mismos: nuestro hermano!

Creo que es urgentísimo lograr que la especie humana tenga una visión planetaria, en el sentido realista y comprometido que estoy dibujando. Claro, que sólo los que no están en la angustia de buscar de comer cada día, pueden tener la capacidad de pensar con este realismo global. O sea: ¡somos nosotros y todos los demás pueblos privilegiados de la Tierra quienes tenemos que ponernos manos a la obra ya!

No es posible “mirar hacia otro lado” y engañarnos diciéndonos que esto no va con nosotros, que nosotros estamos en un pequeño y lindo archipiélago que no se mete con nadie, y que queremos  que nos dejen vivir en paz. Bien sabemos, además, que aislados no podemos sobrevivir y que las Islas Canarias representan, para muchos, las puertas de entrada al paraíso soñado frente a los televisores. Estamos en la globalidad inevitablemente. Y, ojo, nuestros problemas, por locales que nos parezcan, no se pueden resolver mirándonos el ombligo y echando las culpas a otros, mientras mendigamos ayuda y protección.

 Nuestros problemas y los del resto de los habitantes del planeta, ahora, sólo tienen soluciones globales. Si en África se mueren nuestros hermanos de hambre y de enfermedades curables, hay que ayudarles, también por nuestro propio bien, de lo contrario, nadie podrá evitar que invadan lo que ven como territorios de salvación. 

Para mí la cuestión más difícil es  cómo hacer para que los verdaderamente poderosos (los que mueven los hilos de nuestro mundo) sientan que estos problemas son, realmente también, sus problemas. Ojalá que, aunque sus corazones estén secos  de amor, el miedo ante la inminencia del peligro común les mueva y les haga solidarios. Pero:¿cómo lograr que sientan el peligro, que se den cuenta de que están en la misma nave y que, para que no se nos hunda, ellos antes que nadie, tienen que dedicarse con urgencia a la tarea global de salvarla?

En los mensajes de los jurados, razonando el porqué de las propuestas de concesión de cada uno de los Premios Canarias están, de alguna manera encerradas, las ideas que acabo de esbozar y algunas de las vías de  solución a los problemas de nuestro mundo. Gracias por el regalo que nos han hecho.  

Algunos estarán pensando que a qué viene este sermón catastrofista en un acto como éste. Debo explicarme. En primer lugar, he dicho lo que he dicho, por el convencimiento de la responsabilidad que tenemos todos los que vamos cayendo en la cuenta de la catástrofe que se nos avecina, de advertir que el tsunami está ya en marcha. Después, porque los mensajes prodigados en nuestras recientes elecciones, los he visto tan llenos de localismos , populismos y agresividad, que he sentido la urgencia de empujar para que  se abran en Canarias grandes ventanales al mundo, por los que penetre el aire fuerte de la realidad global, para que nuestros mezquinos problemas ocupen el puesto que merecen. Es necesario que no nos engañemos, y que cosas como la estratégica tricontinentalidad de nuestras Islas, nuestro poderoso turismo, nuestro potente desarrollo y demás y demás, no son nada si no quedan integrados en la globalidad. Y que nuestro mundo (este barco-nave espacial a la que reiteradamente me he referido) está entrando en un gran tornado y se va a mover mucho en los próximos años, y todos tendremos que ponernos, codo con codo, manos a la obra para salvarle y salvarnos. Y  aquí están nuestros líderes, que tienen la obligación de llevarnos por el camino sabio, y es imprescindible que tomen conciencia de esta realidad global, planetaria, y no la olviden pese a los inevitables problemas locales que tendrán que resolver en el día a día.

Nuestro futuro como especie, deseo subrayar una vez más, depende del realismo con que nos veamos y veamos al mundo, con ese realismo  que nos empuja a la fraternidad global. Y ello demanda, entre otras cosas, que no se escatime, (señoras y señores dirigentes de nuestra sociedad canaria), ni en educación y ni en investigación.

 Para terminar quiero pedir disculpas por si he molestado a alguien con mis palabras apasionadas. No es mi intención herir, sino muy al contrario, lo que intento es llegar a la base amorosa y solidaria que todos llevamos dentro, para, juntos como hermanos, afrontar con visión planetaria pragmática los gravísimos peligros globales que nos amenazan a todos.

 Muchas gracias por su paciencia y comprensión.

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