La energía oscura, Saturno, la exploración del espacio, el cambio climático, el cerebro y la ciberseguridad, en el segundo día de Starmus 2016

Chris Hadfield fue el moderador del simposio sobre la exploración espacial en la que intervinieron: Garret Reisman, Sergey Volkov, Alexei Leonov, Rusty Sweickart, Roman Romanenhko y Claude Nicollier. Crédito: Elena Mora (IAC).
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Las sesiones del segundo día del festival Starmus, moderadas por la astrofísica Jill Tarter, directora del proyecto SETI, se iniciaron con la intervención del premio nobel de Física 2011 Brian Schmidt, quien junto a Adam Riess y Saul Perlmutter, descubrió que el Universo se está expandiendo de forma acelerada. Schmidt, para quien “el poder de la Astronomía es que podemos ver el pasado”, habló del oscuro universo “oscuro”, en referencia a la materia oscura (26%) y a la energía oscura (69%) del Universo. En su charla explicó cómo llegó a la conclusión de que el Universo se expande de forma acelerada observando decenas de explosiones de supernovas de tipo 1a. Dijo que al principio no creían sus propios datos, y los revisaron. Solo cuando vieron los datos del grupo de Perlmutter, ya no les quedó ninguna duda. Añadió que no sabe qué es exactamente la energía oscura, pero parece claro que está por todas partes. 
 
A continuación, el matemático Roger Penrose provocó los aplausos del público cuando sacó sus transparencias de acetato y dijo: “Lo siento, pero uso vieja tecnología”. También sorprendió cuando afirmó que no creía en la Inflación. Su propuesta, “Cosmología Cíclica Conforme”, publicada ya hace unos años, sostiene que el Universo pasó, poco después del Big Bang, por una expansión acelerada, pero que se trata de una expansión de las muchas que ocurren cíclicamente, desde antes del Big Bang, a lo largo de los "eones". Si su teoría es cierta –subraya-, se deberían ver determinados patrones (como anillos) en la radiación del fondo cósmico de microondas. Y explicó con un dibujo en su transparencia la consecuencia observacional de las variaciones en la relación entre temperatura y densidad en el fondo cósmico de microondas. Como matemático usa la geometría para visualizar esos periodos de inflación acelerada y cómo conectar un periodo con otro.
 
Chris Rapley, experto en cambio climático, comenzó diciendo que el acuerdo alcanzado en la última cumbre en París sobre el tema fue una buena noticia, “aunque mucha gente cree que habría que mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados.” Este científico, que ha investigado en el hielo antártico de hace más de 850.000 años la variación natural en contenido de CO2 en la atmósfera, señaló que en los últimos años hemos superado con creces esa variación natural, que el nivel del mar está subiendo 30 cm por siglo ahora y que si él fuera de una civilización extraterrestre, el rápido aumento de CO2 y del nivel del mar le indicaría que algo interesante está pasando aquí. “El Ártico –añadió- está cambiando de manera dramática, y la forma de vida de la gente se ve muy afectada. Estoy convencido de que tenemos la capacidad de alimentar energéticamente a la humanidad de forma limpia, porque el ingenio humano no tiene límites”. También destacó que son necesarios puentes entre los científicos, la sociedad y quienes toman las decisiones. “La Ciencia no puede decir lo que es bueno o malo, puede informar y decir que el aumento de más de dos grados tendrá consecuencias muy negativas”. Y lanzó la pregunta: “¿Nos importan los pobres, las generaciones futuras? A lo que respondió: “Es cuestión de en qué clase de mundo queremos vivir, de qué futuro queremos crear”. 
 
Jill Tarter y el físico y divulgador Neil DeGrasse Tyson debatieron a continuación sobre la vida inteligente en el Universo. El segundo comentó que, “quizás, para sobrevivir a una civilización extraterrestre, lo mejor que puede pasar es que no sospechen que aquí hay vida inteligente”. También dijo que “siempre será más fácil resolver nuestros problemas aquí que terraformar Marte y enviar 4.000 millones de personas allí. Vayamos a otros planetas y destinos cósmicos como turistas, no para sobrevivir”. Tarter y DeGrasse piensan que si asumimos que somos la única especie inteligente en el planeta, la única que construye naves espaciales, cuántas especies inteligentes ha habido y cómo ha surgido la inteligencia... eso nos dará la frecuencia con que aparece la inteligencia. Hablaron también de la relación entre emergencia de la inteligencia y catástrofes naturales, como el impacto de un meteorito. En esencia, para Tarter la inteligencia es un fenómeno común en el Universo, mientras que DeGrasse defiende que no lo es tanto y sostiene, con humor, que “tal vez seamos ya las mascotas de una especie inteligente que ha creado un zoo donde podemos ser felices”. Y añadió: “Las máquinas seguirán estando a nuestro servicio y en absoluto las temo, pues incluso habiéndonos ganado al ajedrez, por ejemplo, eso no ha sido el final de nuestra civilización”. Para DeGrasse, los jóvenes de 20 años no es la “generación digital”, sino la "generación exoplaneta", nacidos después del hallazgo del primer exoplaneta en 1995, en la era de internet, y por eso saben que la ciencia y la tecnología es importante para su supervivencia en el futuro.
 
El experto en ciberseguridad ruso Eugene Kaspersky comentó que los ataques informáticos van en aumento. “¡Ojala –dijo- todas las economías crecieran al mismo ritmo!” Añadió que los científicos tienden a prestar muy poca atención a la seguridad informática. “¿Cuánto cuesta el cibercrimen en la economía global? No lo sabemos, pero las estimaciones hablan de 400.000 a 500.000 millones de dólares al año.” Y destacó el "modelo de negocio" de los nuevos delincuentes digitales, que se centran en los sectores de transporte y manufacturado, poniendo el ejemplo real de hackers que se infiltran en sistemas informáticos de aduanas para facilitar el tráfico de drogas. En su charla mencionó el proyecto del telescopio ruso GAGARIN, de 60 m de diámetro, que según declaraciones del rector de la Universidad de Moscú se instalaría en Canarias.
 
Tras un show del cómico David Zambuka, en el que colaboró el físico y divulgador Brian Cox, intervino Edvard Moser, quien junto con su esposa May Britt Moser, recibió el Premio Nobel de Medicina en 2014 por descubrir lo que se ha llamado “el GPS del cerebro”. Comentó que uno de los grandes logros de la Neurociencia reciente está siendo la unión de la Psicología y la Fisiología y un ejemplo es el estudio de cómo el cerebro "sabe" cómo orientarse en el espacio. Moser explicó el origen del concepto de mapa espacial en el cerebro, un concepto en el que se ha profundizado en los años 59 y 60. “Por ejemplo –señala-, se descubrió en los sesenta que en una zona del cerebro, en el hipocampo, hay neuronas que dan información sobre posicionamiento espacial y se las llamó "place cells". A finales de los setenta se sugirió que esa era la clave del mapa espacial. Precisamente, Moser empezó a trabajar en esto más tarde, estudiando cómo las neuronas crean una especie de sistema de coordenadas que permiten al cerebro orientarse, una especie de mapa muy preciso, un sistema para representar el espacio en el cerebro con máxima resolución.
 
Para el ingeniero y matemático Dany Hillis, la frontera entre lo natural y lo artificial se está difuminando. Habló de aprender a crecer órganos artificiales, de entender el código con que el cerebro almacena información, de construir por tanto prótesis mentales. “Cada vez más –afirmó- tendemos a diseñar cosas como chips e incluso piezas de coche siguiendo un proceso inspirado en la evolución de organismos biológicos. Nos cambiamos a nosotros mismos y a nuestro entorno mezclando lo natural y lo artificial. Esto se ve en la estética y también en la música [ha compuesto música generada por ordenador]. Empezamos a vivir en una jungla creada por nosotros en que lo natural y lo artificial se superpone. Es muy compleja, y debemos adaptarnos a esto. Debemos rediseñarnos no para ser los amos de la naturaleza, sino los colaboradores de la naturaleza.”
 
Carolyn Porco, experta en Sistema Solar, habló de Saturno. Recordó que dentro de dos días se celebran los 12 años de la misión Cassini, en órbita de este planeta. Destacó que esta misión, que finalizará en septiembre, ha sido una de las misiones científicas de más éxito. Mencionó algunos hitos, como un espectacular huracán en el polo norte de Saturno que cubre un área equivalente a la mitad de EEUU. Los anillos de Saturno son partículas de hielo de diversos tamaños, muy delgados, que se extienden a lo largo de 280.000 km. “Hemos visto –afirmó- cosas asombrosas que nos han sorprendido: por ejemplo, cuando las partículas en los anillos se comprimen y generan montañas de residuos en los bordes de los anillos”. Explorar Titán también era uno de los objetivos, cómo olvidar a la sonda europea Huygens, que aterrizó en la mayor luna de Saturno. Huygens encontró una cadena de lagos en el norte de Titán, lagos de líquido de compuestos orgánicos. Por último, contó cómo planificó que en 2013 Cassini sacara una foto de la Tierra desde Saturno, como antes había hecho Carl Sagan, y cómo a través de la web animó al público en todo el mundo a sonreír a la cámara en el momento adecuado, mientras Cassini sacaba la foto.
 
La sesión finalizó con una mesa redonda sobre el futuro de la exploración espacial. Entre todos los astronautas presentes (Leonov, Schweickart, Nicollier, Romanenkho, Volkov, Reisman y Hadfield), han salido al espacio 14 veces. Para el cosmonauta Alexei Leonov, este festival Starmus es una ocasión única, en la que tanta gente especial se reúne. Recordó a Neil Armstrong, quien precisamente dio su último discurso en el primer Starmus. “El evento más importante del último milenio fue seguramente lo que Neil Armstrong hizo. Hoy no podemos ir a la Luna ni a Marte sin un acuerdo internacional”, aseguró. Para Roman Romanenkho, lo más bello que ha visto desde el espacio es nuestro propio planeta: “desde ahí no se ven las fronteras”. Finalmente, Garrett Reisman mostró un vídeo de proyecto SpaceX, que muestra el éxito en la recuperación del cohete principal en sus recientes misiones espaciales, usando una técnica de aterrizaje suave, que podría marcar una época de vuelos más económicos al espacio.
 
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