SEBASTIEN BESSE: “En el Archivo de Ciencia Planetaria, nos aseguramos de la conservación de las observaciones científicas, es decir, de la preservación del conocimiento”

Sebastien Besse durante la XXVIII Canary Islands Winter School of Astrophysics, organizada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Crédito: Elena Mora (IAC).
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Antes de doctorarse en Astronomía y Ciencias Planetarias por la Universidad de Aix-Marsella, Sebastien Besse estudió Ciencias Naturales, aunque poco a poco fue especializándose en la geología de los cuerpos del Sistema Solar y en espectrocospía. Tras su paso por la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y la sede de la Agencia Espacial Europea (ESA), en La Haya (Países Bajos), sigue investigando sobre sus temas favoritos: la Luna, Mercurio, los cuerpos menores, espectroscopía y geología del Sistema Solar…Desde el año pasado, se encuentra en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), sede de la ESA en Madrid, encargado del Archivo de Ciencia Planetaria, donde se conservan millones de datos obtenidos en misiones espaciales. Besse compartirá su experiencia como “documentalista del Espacio” en la XXVIII Canary Islands Winter School of Astrophysics, organizada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

 

Por Elena Mora (IAC)

 

En la última década, el rendimiento de los sistemas informáticos ha mejorado en gran medida la comprensión de nuestro Sistema Solar mediante simulaciones muy complejas de su formación y evolución. Las misiones espaciales son imprescindibles para confrontar esos modelos con observaciones reales y ampliar nuestro conocimiento.”

“Una misión como Rosetta ha confirmado que los cometas son, a la vez, los mejores candidatos para albergar y llevar vida a la Tierra porque tienen componentes clave para ella como, compuestos orgánicos, agua, etc.”

“Analizar la variabilidad mineralógica de un objeto mediante espectroscopía nos indica cómo evolucionó y nos permite volver a la etapa inicial de su formación, cuando los materiales fueron acretados del disco protoplanetario para formar un planeta.”

 

Pregunta: En su perfil personal de la web de la ESA, se describe como un geólogo y “espectroscopista”. ¿Qué quiere decir con ello?

Respuesta: Me refiero a que tengo formación científica en el campo de la Geología y una experiencia más técnica en espectroscopía. Estudié Geología durante años y, después, durante el máster, me especialicé en la geología de objetos del Sistema Solar. Hay muchas maneras en las que se puede aplicar la Geología, ya sea en este campo, en el laboratorio o en un ordenador, y todos ellos con diferentes enfoques y técnicas.

Mi especialidad es la teledetección –adquisición de información sin contacto directo con el objeto de estudio- y la espectroscopía para analizar características geológicas de objetos del Sistema Solar y, en particular, su composición mineralógica. Me formé con expertos de todo el mundo en espectroscopía y me gustó tanto que me sigo dedicando a ello.

Podría describirme como un científico planetario que estudia la variabilidad del Sistema Solar, pero creo que eso se quedaría corto. La Geología, junto con la espectroscopía, es lo que me convierte en un científico planetario.

P: En la actualidad, está trabajando con otro investigador que también participa en esta Escuela de invierno, Michael Küppers. ¿En qué consiste dicha colaboración?

R: Trabajo con Michael en el análisis de imágenes de cometas y asteroides. A día de hoy, ambos formamos parte del grupo científico de la misión Rosetta y colaboramos en el análisis de las imágenes del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, capturadas por los instrumentos OSIRIS: cámaras ópticas, infrarrojas y espectroscópicas.

Hace unos años, también trabajamos juntos, combinando nuestra experiencia en Geología y en cuerpos menores para explorar las características superficiales de Lutetia, asteroide observado por Rosetta. Michael y yo expusimos que, probablemente, ya que no pudo verse durante el sobrevuelo de Rosetta, haya un cráter enorme producido por un impacto tan grande que modificó la geología del hemisferio opuesto. Como no podemos estar completamente seguros, lo hemos denominado “Suspicio” –de suspicious, sospechoso en inglés- ya que estamos convencidos de que ahí hay algo.

P: Usted es uno de los científicos que trabaja en el Planetary Science Archive. Eso suena  a “documentalista del Espacio”. ¿Qué es ese archivo y cuáles son sus responsabilidades en él?

R: En el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), en Madrid –centro de la Agencia Espacial Europea (ESA)- soy el responsable científico del Archivo de Ciencia Planetaria (PSA), que es un repositorio de todas las observaciones científicas realizadas por los instrumentos a bordo de las misiones de la ESA que exploran el Sistema Solar.

En el PSA, nos aseguramos de la conservación de las observaciones científicas, es decir, de la preservación del conocimiento. Nos cercioramos de que nuestra base de datos sea completa, ordenada y accesible. De manera similar a una biblioteca y un documentalista, verificamos que la colección de libros que tenemos esté completa, sin que falten páginas, y que la biblioteca está abierta 24 horas, todos los días, para cualquier persona que lo necesite.

Concretamente, mi tarea es facilitar y mejorar la accesibilidad de las observaciones científicas. En la actualidad, el PSA contiene más de 8 millones de datos y tenemos que facilitar el acceso a esta gigantesca biblioteca. Estoy aquí para hacer la vida de los científicos –incluyendo la mía- más fácil. Por lo tanto, mi deber es guiar el desarrollo del PSA de acuerdo a las necesidades de los científicos. Me encargo de agrupar las sugerencias y aportaciones de numerosos investigadores y expertos, establezco prioridades y lo comunico a los ingenieros del PSA para mejorar los servicios que ofrecemos a la comunidad científica, a los medios de comunicación, a los docentes y al público.

La recompensa, para el resto del equipo y para mí, es ver nuevos descubrimientos realizados con las observaciones científicas archivadas en el PSA.

P: Los asteroides y cometas son cuerpos cuya composición original permite estudiar el origen del Sistema Solar y esclarecer cómo surgió la vida en la Tierra. Después de todas las misiones, sondas, cartografiados y miles de imágenes y datos que tenemos, ¿estamos más cerca de conocer ese origen?

R: La Ciencia tiene esa capacidad única para acercarte a las respuestas y, al mismo tiempo, estimular más preguntas y descubrimientos a la vez. Creo firmemente que sí estamos más cerca de conocer el origen del Sistema Solar. Sin embargo, también nos damos cuenta de su especificidad y particularidad.

En la última década, el rendimiento de los sistemas informáticos ha mejorado en gran medida la comprensión de nuestro Sistema Solar mediante simulaciones muy complejas de su formación y evolución. Las misiones espaciales son imprescindibles para confrontar esos modelos con observaciones reales y ampliar nuestro conocimiento.

Por ejemplo, una misión como Rosetta ha confirmado que los cometas son, a la vez, los mejores candidatos para albergar y llevar vida a la Tierra porque tienen componentes clave para ella, como compuestos orgánicos, agua, etc. No obstante, Rosetta también ha demostrado en 67P/ Churyumov-Gerasimenko que el ingrediente fundamental, el agua, no es necesariamente igual que en la Tierra.

Por lo tanto, sí, nos estamos acercando al origen, pero por ahora es evidente que no hay respuesta a esta pregunta.

P: También le interesa la actividad volcánica de cuerpos como la Luna y Mercurio. ¿Por qué? ¿Es frecuente esa actividad en planetas y asteroides?

R: El vulcanismo es un aspecto clave de la evolución, formación y desarrollo de la vida en nuestro planeta. Por esta razón, cuando empecé a oír hablar sobre la actividad volcánica de otros planetas, me interesó muchísimo investigar sobre ello.

Es un hecho que el vulcanismo en la Luna y Mercurio no está relacionado con que haya vida, sin embargo, es un enfoque distinto para entender el interior de un objeto y su evolución a lo largo del tiempo. Analizar la variabilidad mineralógica de un objeto mediante espectroscopía nos indica cómo evolucionó y nos permite volver a la etapa inicial de su formación, cuando los materiales fueron acretados del disco protoplanetario para formar un planeta.

Además, ¿sabía que hay volcanes en la Luna? Los flujos volcánicos, como podemos ver en la Tierra, son visibles en la Luna y en Mercurio. Incluso tenemos muestras de material volcánico de la Luna traídas por los astronautas. La actividad volcánica también está presente en Venus y Marte, pero me centro más en Mercurio y nuestro satélite porque, al carecer de atmósfera, preservan mejor su constitución mineralógica, y, en última instancia, permite conocer más fácilmente la etapa inicial de un planeta.

En sentido estricto, la actividad volcánica no está presente en asteroides, principalmente porque su tamaño reducido no les permite retener suficiente material para calentar su interior y generar dicha actividad. De hecho, si un objeto es lo suficientemente grande para iniciar la fusión de su interior, por lo general, entra en la categoría de planeta enano. El asteroide Vesta es un buen ejemplo de ello, pues es un asteroide pero también se le podría considerar como un planeta enano por su actividad volcánica.

También hay que considerar el criovulcanismo, donde la única diferencia es que el material expulsado a la superficie es hielo derretido en lugar de rocas fundidas. Dicho fenómeno está presente en numerosos cometas y satélites de Júpiter y Saturno. De este modo, el vulcanismo y el criovulcanismo son procesos fundamentales para entender el Sistema Solar. Yo estoy enganchado a este campo de investigación desde que lo conocí.

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