Con OSIRIS lograremos ver el cielo como nunca antesENCUENTROS BLAS CABRERA: EL GRAN TELESCOPIO CANARIAS (GTC) Y SUS INSTRUMENTOS DE DÍA UNO

José de Jesús González, Investigador en el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (IA-UNAM)
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El Dr. González es un apasionado de la Astronomía Extragaláctica y de la instrumentación observacional. Investigador a tiempo completo en el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), espera con "sabrosa ansiedad" el Día Uno, el día en que OSIRIS comience a escrutar el Universo.

- Hace ya una década que usted comenzó su aventura con OSIRIS. Le ha visto crecer y ya está muy cerca de que comience a funcionar, ¿qué balance hace de esta relación de larga duración?

Al igual que en todas las relaciones prolongadas, la relación con OSIRIS ha ido cambiando, no ha sido la misma al principio que al final. Juntos hemos aprendido muchas cosas y le he agarrado mucho cariño. Ha sido una experiencia enriquecedora y a la vez muy ardua, pero que definitivamente ha valido la pena. No es éste uno de esos casos en los que piensas "lo haría de nuevo", sino "ojalá antes hubiera sabido tanto como sé ahora".

La motivación original con OSIRIS fue la de construir un instrumento que te permitiera hacer la ciencia que siempre soñaste. Un instrumento como éste no se compra en una tienda como si fuera una cámara digital, hay que trabajarlo constantemente y por eso sólo diez años después hemos conseguido el "cacharro" completo. Con OSIRIS lograremos ver el cielo como nunca antes lo pudimos ver, y eso es lo que te motiva.

La sensación previa a su puesta marcha es de ansiedad. Es como cuando una mujer está en los últimos meses de embarazo y piensa "ya me queda poco". Pero es un proceso que nunca termina, como con los hijos. No es sólo una relación de diez años, es una relación para siempre, es un proceso lindo de largas etapas. En una palabra, siento una sabrosa ansiedad.

- ¿Cómo fue el diseño óptico de OSIRIS?

Para OSIRIS queríamos un diseño óptico que le permitiera tener a la vez una cámara y un espectrógrafo, es decir, queríamos que captara la luz en el rango visible y también su espectro. El problema es que todo ello tenía que ser muy pequeño, porque debía ir en el foco Cassegrain, el foco que "baila" con el telescopio. Tenía que ser muy compacto y parecía que no había espacio suficiente para poner todas las cosas que queríamos incluir. Por un lado contemplamos muchísimos filtros para la espectroscopia y por otro los filtros sintonizables, que son para obtener imágenes en un rango chiquito de longitud de onda. ¡Y todo esto tenía que encajar en una cáscara de nuez! Fue un reto precioso.

Si bien los ingenieros ópticos tienen todo el bagaje técnico para manejar las lentes como expertos, carecen del bagaje científico para diseñarlas. Todo este vacío que hay entre el científico y el técnico ha de arreglarse conjuntamente. Gracias a eso yo aprendí mucho sobre la óptica y del mismo modo espero que nuestros ingenieros hayan aprendido algo de astronomía.

Esta retroalimentación entre la tecnología y la presión de la ciencia por avanzar es un desafío constante para el conocimiento. Por ejemplo, cuando captas el espectro de una galaxia, es como tener una foto instantánea de todas las estrellas que aún están vivas. A partir de esa foto instantánea puedes averiguar cuál es la edad de sus componentes o el proceso de enriquecimiento químico de las distintas formaciones de estrellas. Es como tener los datos globales de un censo de población y proyectarlos hacia atrás en el tiempo. Con OSIRIS queremos extrapolar los datos en el tiempo a partir de varias instantáneas que nos digan cómo nacen y evolucionan las estrellas del Universo. Y por eso necesitamos que los ingenieros obtengan los espectros más finos y el campo de visión más grande. Precisamente por estos afanes la ciencia siempre empuja a la tecnología.

- Entre tantos simuladores, herramientas informáticas y magnitudes, ¿dónde queda el lado humano?

La Astronomía siempre quiere rascarle la última información a los valiosos fotones y partículas del Universo. Piensa que un fotón tarda miles de millones de años en alcanzar la Tierra, llega y resulta que el instrumento no responde. Ese fotón no tendrá nunca más la oportunidad de volver a ser observado por nosotros.

El lado humano de esto es que todos los que nos hemos reunido aquí en La Palma tenemos la motivación de no perder ese fotón, de extraerle la mayor información posible. Cada instrumento es muy complejo en cuanto a montaje y diseño, y no se pueden dominar todos y cada uno de los campos. No se trata sólo de colocar las lentes y ver Saturno. Lo multidisciplinar te obliga a ir aprendiendo las técnicas de otros astrónomos sobre campos que uno no trabajaba. Como parte del equipo de OSIRIS he aprendido mucho.

- ¿Hacen España y México un buen equipo?

Éste es un proyecto fundamentalmente español, sin embargo requería socios internacionales. Fueron nuestros colegas españoles los que nos invitaron a participar, e insistieron a pesar de que había otros países interesados, como Inglaterra o India.

Nosotros tenemos muchos defectos y muchas limitaciones, pero desde el punto de vista del equipo humano hay muchísima empatía, nos encanta trabajar juntos. En OSIRIS hemos vivido muchas de las dificultades de hacer por primera vez un instrumento importante, tanto en México como en España. Y eso te acaba uniendo, vencer barreras une mucho. Nos tenemos mucho respeto y gozamos de un gran compañerismo.

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