Nuestro vecindario solar se llena de planetas

Imagen artística del planeta de la estrella de Barnard bajo la luz teñida de naranja de la estrella. Crédito: IEEC / Science-Wave - Guillem Ramisa. Licencia: Creative Commons with Attribution, https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/
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Más de 18 años de investigaciones realizadas por un equipo internacional, que cuenta con la amplia participación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han dado como fruto el descubrimiento de un singular planeta de tipo súper-Tierra alrededor de la estrella de Barnard. Esta estrella es una enana roja, la segunda más próxima a la Tierra, a 5,96 años luz, después del sistema estelar triple de Alfa Centauri.

El estudio que publica hoy la revista Nature revela la existencia de un planeta que tendría el triple de la masa de la Tierra (3,2 masas terrestres), que orbita alrededor de su estrella cada 233 días. Barnard es una estrella relativamente fría, y la súper-Tierra “Barnard b” (o GJ 699 b) orbita cerca de la conocida como línea de nieve, una distancia a partir de la que el agua se congelaría. En el caso de que Barnard b no tuviese atmósfera, es probable que su temperatura fuese de -170 °C.

Encontrar este tipo de planetas tan poco masivos y alejados de su estrella supone un reto para la instrumentación y las técnicas de búsqueda actuales. "Para el análisis, utilizamos observaciones de siete instrumentos diferentes, que abarcan 20 años, lo que lo convierte en uno de los conjuntos de datos más grandes y extensos jamás utilizados para estudios precisos de velocidad radial”, explica Ignasi Ribas, del  Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), autor principal del artículo. El análisis que se hizo de todas las mediciones combinadas muestra una clara señal que este planeta tarda 233 días en dar una vuelta alrededor de su estrella. Esta señal implica que la estrella se acerca y se aleja de nosotros aproximadamente a la velocidad a la que camina una persona (1,2 m/s) y se explica como resultado de un planeta que orbita. “Este es el resultado de una gran colaboración organizada en el contexto del proyecto Red Dots, por lo que cuenta con contribuciones de equipos de todo el mundo, incluidos astrónomos semiprofesionales coordinados por AAVSO (American Association of Variable Star Observers)”, declara Guillen Anglada-Escudé, de la Universidad Queen Mary de Londres, y codirector de este este trabajo.

Entre los observatorios que han colaborado para hacer posible este descubrimiento se encuentra el Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafía, La Palma). En los últimos años el IAC ha llevado a cabo observaciones de la estrella de Barnard con el espectrógrafo HARPS-N, instalado en el Telescopio Nazionale Galileo (TNG), ubicado en este último observatorio. “Nuestro grupo en el IAC ha contribuido con espectroscopía muy precisa obtenida con el espectrógrafo HARPSN en el Telescopio Nationale Galileo en La Palma, que ha proporcionado medidas muy precisas en velocidad radial y además ha permitido caracterizar la actividad magnética de la estrella”, señala Jonay González, investigador Ramón y Cajal y coautor de esta publicación.  “Una pieza clave en este descubrimiento ha sido distinguir la señal del planeta de otras señales estelares debidas a su actividad magnética.”, indica Borja Toledo, estudiante de doctorado Severo Ochoa-LaCaixa del IAC y coautor de esta publicación. “La instrumentación de alta resolución y estabilidad, como el buscador de planetas CARMENES en el Observatorio de Calar Alto en Almería, han jugado un papel fundamental en este descubrimiento”, concluye Jonay González.

Estos investigadores forman parte, junto a Felipe Murgas, Víctor Sánchez Béjar, Enric Pallé y Rafael Rebolo, del equipo de investigación del IAC que ha participado en el trabajo.

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