La descubridora de cometas: Carolyn Shoemaker

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"Los humanos pueden estar realmente hechos de material de cometas",

Carolyn Shoemaker.

 

La carrera como astrónoma de Carolyn Shoemaker comenzó de una forma muy poco convencional. Fue a los 50 años y después de que su hija menor se independizara para comenzar la universidad.

Sin embargo, cuando se jubiló en 2002, ostentaba el record como la persona que más asteroides y cometas había descubierto en la historia de la Astronomía: 32 cometas y más de 500 asteroides.

Además, fue co-descubridora junto a su marido y otro colega astrónomo, del famoso cometa Shoemaker-Levy 9 que en la década de 1990 impactó en Júpiter ofreciendo un espectáculo sin precedentes a la comunidad astronómica internacional, que pudo observar en directo los efectos de un cometa de gran tamaño en un planeta de nuestro Sistema Solar.

 

Imagen original en Infrarrojo del cometa Shoemaker-Levy 9 impactando en Júpiter. Crédito: Instituto de Astrofísica de Canarias.

 

Un camino diferente

Nacida en pleno crack del 29 en Nuevo Méjico, Estados Unidos, Carolyn Shoemaker estudió historia, ciencias políticas y literatura Inglesa en la Universidad de Chicago. En la boda de su hermano celebrada en 1950 conoció a Eugene Shoemaker, quien un año después se convertiría en su marido. Trabajó durante un breve periodo de tiempo como maestra de escuela pero renunció para cuidar de su hogar y criar a sus tres hijos

Cuando estos crecieron y abandonaron la casa familiar, Carolyn sintió que necesitaba encontrar una actividad que le resultara interesante y motivadora y comenzó a ayudar a su marido en sus investigaciones científicas.

Eugene Shoemaker era un reconocido astrogeólogo que había dedicado la mayor parte de su carrera a estudiar los cráteres producidos por impacto de asteroides. En los años 60 demostró que algunos cráteres en la Tierra – como el de Barringer en Arizona - y la mayor parte de los cráteres de la Luna - habían sido producidos por asteroides y cometas de diferentes tamaños, y por tanto, no se trataba de cráteres de origen volcánico como se había pensado hasta el momento. 

El Dr. Shoemaker mantenía la hipótesis de que el agua y otros elementos necesarios para la vida en la Tierra podrían haber sido transportados por cometas que colisionaron con nuestro planeta en los primeros albores del Sistema Solar. Además, fue pionero en preocuparse por las consecuencias que una colisión de este tipo podría acarrear para la especie humana en la Tierra, en un momento en que apenas se prestaba atención científica a este asunto.

Carolyn Shoemaker comenzó a trabajar en un pequeño proyecto para recopilar datos sobre cometas y asteroides a la vez que tomaba clases de Astronomía con un estudiante del Observatorio Lowell en Arizona. Poco después inició su trabajo como asistente de campo de su marido mapeando y analizando cráteres de impacto.

 

La etapa profesional

A partir de 1980 se centró en la búsqueda de asteroides y cometas cuya trayectoria cruzaban la de la Tierra y que podrían suponer un peligro para nuestro planeta. Para ello utilizó el telescopio de gran campo del Observatorio Palomar en San Diego. Junto con su marido cartografiaron el cielo con la esperanza de encontrar estos esquivos cuerpos menores, que son muy débiles y difíciles de observar. Tras revelar las placas fotográficas Carolyn Shoemaker comparaba diferentes imágenes de una misma parcela de cielo utilizando un estereoscopio, de forma que si algo se movía de forma transversal con respecto al fondo fijo de estrellas aparecería en el ocular del dispositivo. Con el tiempo su ojo fue ganando en precisión consiguiendo detectar objetos cada vez menos luminosos.

Ese mismo año de 1980, Carolyn Shoemaker fue contratado en el Servicio Geológico de los Estados Unidos como científica visitante. En 1983 descubrió su primer cometa nunca antes observado y en 1989 obtuvo una plaza de investigadora en la Universidad del Norte de Arizona, donde concentró sus esfuerzos en la búsqueda de cometas y asteroides que cruzaran órbitas planetarias.

El 24 de marzo de 1993 descubrió junto con Eugene Shoemaker y David Levy el cometa Shoemaker–Levy 9, el primer cometa activo observado orbitando otro planeta, y cuyo núcleo se hallaba además fragmentado en varios pedazos. Capturado por el enorme campo gravitacional de Júpiter, acabó colisionando con el gigante gaseoso en julio del año siguiente.

Esta fue la primera observación directa de una colisión entre cuerpos del Sistema Solar ocurrida fuera de nuestro planeta. Fue minuciosamente documentada por astrónomos de todo el mundo, tanto profesionales como aficionados. En España, investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias lo hicieron el seguimiento a través de los telescopios IAC-80 y Carlos Sánchez ubicados en el Observatorio del Teide en Tenerife.

La colisión fue realmente espectacular produciendo grandes llamaradas de gas caliente de miles de kilómetros de altura y enormes cicatrices en la atmósfera joviana. Además, proporcionó una gran información sobre Júpiter, destacando su valiosa función en atraer una buena parte de los asteroides que rondan nuestro vecindario planetario. También puso de relieve el papel que este tipo de impactos ha desempeñado y seguirá desempeñando en la configuración del Sistema Solar.

Gracias a este y otros descubrimientos Carolyn Shoemaker se consagró como una de las astrónomas más relevantes de la historia, pionera en la búsqueda y estudio de los cuerpos menores del Sistema Solar. Las técnicas de detección desarrolladas por ella aún se utilizan hoy en día adaptadas a la era digital.

El 13 de agosto de 2021 Carolyn Shoemaker nos dejó, pero su brillante estela continua iluminando el camino que dejó consolidado para tantas de nosotras.

 

Este artículo, redactado por Sandra Benítez Herrera, fue publicado originalmente en la Revista Astronomía.

Referencias

Ensayo autobiográfico escrito por Carolyn Shoemaker:

https://www.annualreviews.org/doi/pdf/10.1146/annurev.earth.27.1.1